jueves, 19 de septiembre de 2013

Experiencia de nuria


Cuando era pequeña, las enfermedades que he tenido no han ido más allá de las más comunes: típica fiebre, catarros, gastroenteritis, varicela ..etc

Recuerdo que en uno de estos catarros invernales, hubo uno que me afectó de manera muy grave, ya que estuve quince días encerrada en casa sin poder ir al colegio. Lo único bueno que recuerdo de este catarro fue la cantidad de sopa que comía, uno de mis platos favoritos. La razón era que mi madre me decía que la única forma de curarme era comiendo cosas calentitas y tomando los medicamentos que me daba el médico. Para que no contagiase al resto de mis compañeros, mi madre se encargaba de traerme los deberes a casa, ya que en estas edades la transmisión de enfermedades es muy común pasar parte el día juntos.



Y hablando de la transmisión, otra cosa de padecí de pequeña fue aquel picor insoportable que tuve en segundo de primaria, los piojos. Una compañera de clase los tenía, y ella nos los pasó a la gran mayoría de la clase. Recuerdo que mi madre desde que se dio cuenta de que los tenía, empezó a lavarme la cabeza con vinagre todos los días, ese olor que tanto acabé odiando. Pero mi madre dice que los remedios caseros son mucho mejor, asique al poco tiempo se me pasaron.



 
Con respecto al colegio y la salud, lo que más recuerdo es la típica hora del flúor. Esa que yo tanto odiaba. Teníamos que ponernos en fila y, cada uno con su vasito enjuagar la boca con él, volverlo al vasito y tirarlo sin aclarar la boca con agua. Había compañeros que se volvían locos por el, pero a mi particularmente era el sabor que más odiaba del mundo. Asique mis profesoras pasaban media hora razonando conmigo para que me lo tomase, y poco a poco, así fueron cuidando nuestra higiene dental, para que junto con el cepillado, tuviésemos unos dientes bien sanos.









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